miércoles, 2 de diciembre de 2020

BIKEPACKING EN PIÑÓN FIJO - PREPARATIVOS

Qué fácil me resultaba escribir con 16 años y con la rutina de publicar semanalmente, y qué complicado se me hace retomar esta afición, a pesar de tener muchas ideas e historias que contar. La situación que estamos viviendo estos días en España, y en el mundo, debido a la expansión del COVID-19, son la mejor de las casualidades para publicar y acabar de escribir algunas de las tantas entradas que tengo en el tintero.
Parece que ya he roto la barrera psicológica con el teclado. Como podeís leer en el título, esta pequeña serie tratará de contar la preparación, ya os adelanto que escasa, el viaje y el transcurso de un fin de semana a piñón fijo. Empezaré por el viaje por el norte de Logroño en 2019, y después, el que hicimos este año, justo antes del confinamiento.

Este viaje comienza con una conversación entre nosotros. Martín ya había viajado antes con su bicicleta, y en uno de sus viajes por el pirineo, no paramos de hablar y de "calentarnos el morro" el uno al otro como de costumbre. Fue en ese momento cuando decidimos que durante el segundo cuatrimestre tendríamos que hacer un viaje de fin de semana, partiendo de un punto intermedio entre Zaragoza y Valladolid. La ruta fue elegida con la única condición de poder llegar ambos en tren al sitio de salida, finalmente, salimos desde Logroño.

Seguimos hablando con la idea rondándonos la cabeza, consiguiendo poco a poco cosas y equipaje, hasta que un lunes decidimos que no se podía retrasar más, para que no se nos juntara con exámenes. Lo de ir a piñón fijo no fue una decisión premeditada, la única bici que yo tenía en Valladolid era la fixie, si queríamos viajar yo tenía que ir con esa. Martín ya se había montado una de cicloturismo, así que este viaje sería curioso, él de Sancho Panza, cargado con alforjas, framebag y todo lo posible, y yo de Don Quijote con una mochila y una bolsa debajo del sillín.

Foto justo antes de salir. La flaca y su madre.

No fue tarea fácil preparar la fixie para el viaje, cabe destacar que esta bici nunca ha pisado un taller desde que la hice hace 7 años, os sorprendería la de apaños que tiene. Al tener pensado ir por carreteras nacionales, comarcales quería ponerle al menos un freno. Por aquel entonces iba con el manillar de doble altura, tuve que poner el antiguo y buscar una maneta que me funcionara. Compré una en Aliexpress por 2 €. Evidentemente, al probarla por ciudad se me rompió al momento. Necesitaba una nueva así que le pedí (quité)  un amigo la delantera de su bici de montaña, la lijé para que pudiera entrar en mi manillar, con ayuda de aceite. He de reconocer que no era muy eficaz, por no decir nada, tardaba unos cuantos segundos en bloquear la rueda al aire, pero como íbamos a estar subiendo y bajando algún puerto, para aminorar la marcha me serviría. Puse los pedales automáticos, la rueda antigua (No quería dejarle marcas de freno a mi impoluta rueda) y ya estaba preparada.

Maneta reductora.

En cuanto al equipamiento que llevé, una mochila de 30 litros con correas laterales, una bolsa impermeable de 5 litros para poner debajo del sillín, bolsita para meter parches y cámaras, y un saco de verano con una funda con cinchas para sujetara al cuadro de la bici.



No es la forma más cómoda de viajar, desde luego.


Para aquellos que a estas alturas crean que para empezar algún viaje necesitan de inversión inicial en equipo, me gustaría decirles que mi primer viaje fue con una bici a piñón fijo, rueda delantera con una cubierta de más de 20 años, potencia y manillar sujetos con goma-eva y trozos de cámara de bici para hacer tope, goma-eva a modo de cinta de manillar, maneta reductora (no se le podía llamar freno), mantenimiento sin revisar en 4 años y por supuesto, la bici no es de mi talla. Pero había algo que sí que tenía, muchas ganas. Y si algo he descubierto gracias a mi amistad con Martín, es lo fácil que se pueden organizar viajes o planes, ya sea en la montaña, en la carretera o para pillarnos una buena. Con una simple llamada, ambos conectados a google maps y buscando a ojo carreteras, hemos dado con unos sitios idílicos para ir en bici.

El humilde mensaje de este chaval de 22 años es que dejéis de poner excusas, que no escuchéis mucho a aquellos que os intenten bajar de la nube y que cojáis la bici que tengáis, una mochila con un saco y comida y os vayáis a dormir a cualquier lado. Si hay una frase que repetimos siempre que nos juntamos es: "Ni organizándolo con tiempo nos hubiera salido mejor".
Gracias por este reencuentro, buenas futuras rodadas, nos vemos!